En esta modalidad de
billar, la bola jugadora a de tocar tres bandas antes de completar la
carambola.
En la adolescencia de la mayoría de los hombres de mi
generación, existe una sala de billar. En ellas, empezamos a ver el mundo de
una manera distinta al hogar familiar.
En la que yo aprendí a jugar -nunca bien- obraba como
maestro de ceremonias un hombre mayor -entre 25 y 30 años- con barba negra y
poblada, de andares pausados, que siempre cuando jugaba indicaba antes que harían
las bolas.
Le gustaba jugar con la bola blanca que tenía el puntito
negro. Era el único que se atrevía a realizar carambolas a tres bandas. Los demás,
principiantes que crearíamos ser maestros consumados, jugábamos la versión
libre.
De vez en cuando, accedía a jugar con alguno y siempre exigía
que comenzáramos nosotros. El prefacio era siempre el mismo: "si no estás
seguro de hacer la carambola, asegúrate de no quedarte".
Evidentemente, nosotros, arrogantes y soberbios, nunca teníamos
en cuenta sus consejos y solo jugábamos una vez, el resto era mirar cómo se hacían
15 carambolas seguidas y recibir una palmadita en el hombro con la frase:
"no te desanimes, la próxima vez lo harás mejor".
La política española en estos momentos, es billar francés a
tres bandas. Para completar la carambola de un gobierno del PSOE, la bola tiene
que tocar obligatoriamente la banda del PP, la banda vasca y la catalana, sino
la carambola no saldrá.
Además de esto, no podemos quedarnos. Si nos quedamos y
obligamos al electorado a votar de nuevo, las secuelas pueden ser catastróficas,
por ejemplo:
1º.-Con los mismos resultados, la coalición Podemos - Unidad Popular sumaría
un millón de votos más y la asignación de diputados no sería la misma.
2º.-El candidato del PP no será Mariano Rajoy. La renovación
de estructuras y caras en el centro derecha, los posicionará de forma diferente.
3º.-Con un crecimiento del PP, Ciudadanos estará acorralado
para pactar.
4º.-Con un crecimiento significativo de Podemos, tendrán el
botón de arranque de la izquierda en este país, arrinconando al PSOE a las
funciones de gavillero.
El próximo gobierno tiene que tener suficientes
complicidades y votos para cambiar la ley electoral, solucionar el problema
territorial, consolidar la recuperación y amortiguar los recortes. Si esto no
sucede, no saldrá la carambola y nos quedaremos en diferido, aunque ahora se
produzca la investidura de Pedro Sánchez.
El momento más peligroso ya paso. Mariano Rajoy declinò ser
candidato a la investidura. Imaginar si hubiera aceptado y pone sobre la mesa
un borrador de todas estas reforma y además estas son centradas y asumibles por
la mayoría del electorado.